La cruz es un regalo que les permite morir para obedecer.
Mensaje recibido el 20 de mayo de 2025
Mi palabra no depende de ti ni de nadie más.
Depende de cómo en ti y en mis hijos está el deseo y el anhelo de buscar y hacer mi voluntad. Nada
hay que detenga mi propósito en ustedes, salvo la desobediencia del hombre, porque en libre
albedrío he decidido y deseado que el hombre viva.
El propósito para mis hijos se lleva a cabo a través de la obediencia, a través de mis hijos que han
decidido hacer y buscar mi voluntad.
Ver el mensaje completo
Palabra y sabiduría es la que reciben de mí, pero deben buscar el camino de la obediencia para que
esa voluntad, que es mía para ustedes, sea cumplida. Sin obediencia el hombre sale de mis
propósitos, por eso es que la obediencia es el camino a seguir, y la muerte en la cruz es todo para
ustedes, porque es mi Hijo amado el que obedece y no ustedes.
El hombre está en desobediencia y debe morir para entrar en el camino de la obediencia en mi hijo,
en Cristo. No busquen otro camino porque la obediencia en ustedes mismos no está, solo la hallarán
en mi Hijo.
No desfallezcan y sigan el camino de la obediencia porque para eso fueron llamados, para obedecer
y seguir mi voluntad. Si quieren morir a la desobediencia, entonces vivan en mi Hijo que obedeció y
obedece por siempre.
Espera mi Hijo mostrar al mundo su obediencia y el fruto de su obediencia, cuando lo vean en toda
su gloria, glorificado por mí ante toda creatura y ante todo el mundo, como testigo del fruto de su
obediencia, y mi deseo es que la Iglesia esté con Él en ese momento, para que reconozcan que los
amo y para que vean el fruto de su obediencia, que son ustedes, mis hijos, que lo siguen y lo buscan
en el camino de la Cruz.
La Cruz ya les fue revelada y ahora deben tenerla como un regalo, un tesoro, porque les permite
tener a mi Hijo en ustedes y recibir los frutos que Él generará en mis hijos que han buscado morir
para obedecer.
Si la obediencia fuera de ustedes, entonces la muerte de mi Hijo amado no habría sido necesaria.
Pero como no es posible en ustedes, entonces, a través de la Cruz podrán entrar en el camino de la
obediencia, que es mi Hijo.
Solo en Él la obediencia es posible y sólo en Él la verdad, que es mi palabra, se hace vida.
Si la angustia del pecado está en ustedes, es el primer paso para buscar la muerte en la cruz, porque
aquél que no se angustia ni sufre por su pecado, entonces, no buscará la muerte en la Cruz.
Cada día que hubo angustia, arrepentimiento genuino y sufrimiento en ustedes, por el pecado y por
verse fuera del camino de la obediencia, es bueno para la búsqueda de la muerte en la Cruz. Pero si
no está en ustedes la valentía para morir, esa angustia se hace normal en ustedes y luego desaparece
y son pasivos y queda cauterizado el corazón y la mente ante el pecado y deja de haber angustia y
dolor ante él y se pierden en el pecado. De esa forma muchos hijos hoy viven inmersos en el pecado
y sin sentir dolor por no estar en santidad, sin sentir dolor por no buscar o hacer mi voluntad.
Aquél que se duele por su pecado es el que se arrepiente de forma verdadera y es también el que
busca la Cruz, para deshacerse del viejo hombre. Al hijo que me ama, el viejo hombre le causa dolor
y angustia y busca al nuevo hombre que es mi Hijo.
Busquen a mi Hijo y no se mantengan en el pecado porque el que me ama se duele por su
desobediencia, el que me ama se duele por su pecado.
Duélete de tu pecado y sufre por la lucha que das, porque eso es muestra de que estás vivo, pero
busca a mi Hijo para que seas vencedor.
Cada hijo mío en esta iglesia está luchando contra su propio pecado, pero no todos sufren por ello
y deben despertar, deben luchar y sentir el dolor de la desobediencia.
Si un hijo se duele por no haber obedecido a su padre es un buen hijo, mientras que el que no se
duele, no es el buen hijo que su padre espera que sea. Ambos lo aman, pero sólo uno lo ama más
que a sí mismo y ese es el que se duele por su desobediencia, mientras que el que no se duele, se
ama más a sí mismo, porque ama más su tranquilidad y prefiere estar en sus propias cosas y no en
las de su padre. Ese hijo siempre estará ocupado y tendrá una excusa ante su padre, mientras el
primero, el que se duele, el que lo ama por encima de todo, sentirá dolor por no haber obedecido.
Para este último hay una forma de cambiar su destino, para pasar del dolor y angustia a causa de la
desobediencia, al gozo de la obediencia. Nada podrán hacer en ustedes mismos, pero nada podrá
hacer mi Hijo en ustedes, sin la muerte en la Cruz.
El hijo que no me ama se sienta y permanece en la desobediencia por dos razones; la primera,
porque le es más cómodo encontrar excusas y así dejar sus propósitos en primer lugar (ama más las
cosas de este mundo que las mías), y la segunda razón, es porque hay algunos que son cobardes y
huyen de la muerte en la Cruz. Para mí no hay diferencia entre ellos, ni el desobediente que ama
más al mundo, ni el cobarde, estarán en mi reino. El que prefirió seguir en sus negocios, será enviado
fuera de mi presencia y el cobarde también, y se le quitará lo poco que haya recibido, porque la
ganancia y los frutos están reservados para el que me amó por sobre todo y para aquél que tuvo la
valentía de morir, aquel que despreció su vida para tomar la de mi Hijo.
Por eso es que muchos son llamados, pero pocos los escogidos, porque pocos son los que me aman
más que a sí mismos y más que al mundo. Si mi Hijo murió en la Cruz, se entregó por ustedes y
resucitó al tercer día, fue para que los que me aman de verdad puedan llegar a mí, en Él.
Yo: Muéstrame y revélame por qué fueron tres días y qué hizo Cristo en esos tres días, muéstrame
ese misterio.
¿Por qué tres días? eso no lo comprenderás aún y llegará el momento de que lo veas, pero no hoy,
el tiempo de saberlo es mío y lo revelaré cuando sea mi tiempo.
Amo que me busques y a mi Hijo, eso es bueno y me regocijo en esta iglesia que no es pequeña,
sino grande en los cielos, porque la grandeza no está en la Iglesia por sí misma, sino en la capacidad
de reflejar a mi Hijo. 50 hijos con vida en mi Hijo tienen más luz y más poder que un ejército de 1000
hombres. Esa es la grandeza de la Iglesia, Cristo en ella, y no grande a los ojos del hombre.
Los cielos ven con mis ojos las cosas y los cielos se regocijan de estos hijos que buscan a Cristo,
porque desprecian su propia vida por buscar a mi Hijo. La iglesia perfecta es la iglesia que tiene a
Cristo en su totalidad, busquen ese camino, busquen la muerte en la cruz.
Buscas más de mi Hijo porque me amas y buscan más de mí porque han decidido seguir a mi Hijo.
Más les daré, pero con el tiempo de crecimiento para que lo que les dé sea aprovechado, no sea
que, por darles más, no aprovechen lo que reciban y pierdan lo que les entrego. No sea que termine
siendo pérdida lo que reciben. Es por eso que la vida germina poco a poco, no puedo darles más de
lo que las raíces de mi palabra puedan recibir. La manera de recibir más es con raíces más profundas,
la iglesia es una y es armónica.
Desvélate por la Iglesia, desvélate por los míos, para que pueda darte más. Conocerás el dolor del
alejamiento de otros, verás el dolor del pecado y la desobediencia de otros y sentirás la muerte del
otro como tu propia muerte. Esto, para que te desveles por ellos y para que puedas mostrar a otros
el mismo camino. Mi iglesia se duele por la desobediencia de otros, como otros se dolieron por
ustedes; como mi Hijo se dolió por todos en la Cruz y clamó perdón por quiénes lo mataban.
¿No es eso lo que buscan?
¿No es la vida de mi Hijo la que anhelan?
Yo: Señor dame más de tu palabra, dame más sabiduría, muéstrame más de ti, dame más, dame
más.
Pues el dolor y la angustia por la desobediencia del mundo y, sobre todo, la desobediencia de mis
hijos es lo que ahora verás y te dolerás por ellos. Si quieres más de mí, entonces tendrás que vivirlo
y dolerte con mi Hijo, por otros, hasta lo más profundo. Porque así mis hijos que obedecen se
desvelarán por otros y darán su vida, no por ellos mismos, sino por otros, que es lo que busco.
Oración:
Acepto con humildad tu voluntad y acepto con humildad tu propósito aunque hay temor en mi
aunque hay debilidad en mi carne, hay fortaleza y valentía en Cristo y Cristo obra en mí para lo
que viene en esta, su iglesia. Que seamos una iglesia obediente es nuestro anhelo.
Gracias Señor por tu vida.
¿Tienes dudas o quieres más información? Contáctanos aquí